Saludamos a todos a nuestro blog

Tú también puedes participar con tus creaciones. En la foto el escritor Oscar Hahn.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Neruda.

El talento es producto de una obstinada búsqueda de la perfección.

Silencio. La tierra va a dar a luz a un árbol. Vicente Huidobro.

¿¿Puedes escribir sentencias memorables?

El hombre imaginario. Nicanor Parra.

Dios más Dios son cuatrio. Nicanor Parra.

domingo, 7 de julio de 2019


LO FATAL
Rubén Darío

Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo, 
y más la piedra dura porque esa ya no siente, 
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo, 
ni mayor pesadumbre que la vida consciente. 

Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto, 
y el temor de haber sido y un futuro terror... 
Y el espanto seguro de estar mañana muerto, 
y sufrir por la vida y por la sombra y por 

lo que no conocemos y apenas sospechamos, 
y la carne que tienta con sus frescos racimos, 
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos, 

¡y no saber adónde vamos, 
ni de dónde venimos!...


Rubén Darío en Chile

El gran poeta nicaragüense que alcanzara fama mundial como adalid del Modernismo, se inició como poeta y cronista en diarios de Nicaragua. Con tres cartas del general Cañas, que había sido diplomático en Chile, el joven Darío, de apenas 19 años entonces, llega lleno de admiración y entusiasmo a Valparaíso, dode escribirá en los diarios locales -El Mercurio de Valparaíso y El Heraldo-, e incluso trabajará en la Aduana de Valparaíso, lo cual le permite aliviar sus zozobras económicas. Pero Darío es bohemio y desatiende su trabajo, el cual termina por abandonar. No obstante, llama la atención por sus artículos periodísticos, que no siempre responden a los lineamientos del diario ( se los escribe su buen amigo Poirier cuando no está en condiciones). 
Poco a poco, va abriéndose paso hacia la fama. Participa en concursos literarios del diario La Unión de Valparaíso y en el de mayor prestigio en el país, el certamen Varela. Darío escribe su primera y desconocida novela Emelina en diez días junto a su amigo y protector Poirier. Sale segundo. Gana con su canto épico a las Glorias de Chile en una de las modalidades del certamen Varela, que obtiene las felicitaciones del presidente Balmaceda. Escribe en Valparaíso y publica en Santiago sus poemas Abrojos, llenos de ironía y desencanto, muy en la línea de Bécquer y Campoamor. Y, claro, publica Azul, libro en prosa y poesía con que marca la diferencia con la literatura latinoamericana y española de la época. Tuvo sus incondicionales como también sus detractores. 
En los 960 días que Rubén Darío estuvo en Chile, Darío fue un joven despierto, interesado por la cultura, la sociedad y las personalidades de la época. Con el propio Eduardo de la Barra compuso sus Rimas y contrarrimas como un poeta que se bate con su alter ego en un curioso en inquietante ejercicio del destacado poeta y rector para "epatar" con el genial poeta que había ganado con sus rimas el concurso poético del diario La Unión. Ya lo veremos conociendo a Alberto Blest Gana en una oficina de partes del registro civil, ya anciano, o bien sentado a la mesa con el propio presidente Balmaceda de cuyo hijo malogrado fuera un gran amigo. 
Es claro que Darío fue un gran escritor, hijo de su tiempo y de la cultura que poseía, clásica helénica, romántica, francesa e italiana. Escribió durante toda su vida, y lo que lo sostuvo fue, sobre todo, su trabajo periodístico. Fue periodista del diario La Nación de Buenos Aires y corresponsal y embajador en España, donde se codeará con los grandes escritores de la época que lo respetan, lo miran con recelo  o bien critican su estilo afrancesado, como Miguel de Unamuno. Lo cierto es que sus cuentos como El Fardo, inspirado en su trabajo en la aduana, como sus innumerables poemas, permanecen hasta hoy, como su espléndido  Lo Fatal.

Nota: En la foto se ve a Darío junto a Ramón del Valle Inclán (a la izquiera, dormido) y detrás suyo, a la derecha, con el portugués Leal da Câmara.